Hay malestar en el sector de la medicina prepaga. Y es un malestar que, según el lamento de los empresarios, no logrará curarse con la aspirina que podría representar alguna reglamentación tendiente a aliviar los efectos de una ley regulatoria, a la que muchos consideran infecciosa.
Hace ya más de un año el Congreso aprobó un marco legal para las entidades que venden planes de salud, sean empresas comerciales u otro tipo de instituciones.
Además de otorgarle al Estado el poder para autorizar o no las subas de cuotas y de fijar algunas limitaciones en esa materia, las nuevas reglas de juego -que progresivamente se van poniendo en vigencia- incluyen aspectos que pueden ser muy bien vistos por los posibles usuarios pero que, paradójicamente, son los que a juicio de los referentes del mercado ponen en riesgo al propio sistema.
La disposición más controvertida es la que obliga a las entidades a no rechazar a nadie que quiera asociarse, sin importar la edad ni el tratamiento que esté requiriendo en forma inmediata por una enfermedad preexistente, si es que esa dolencia está incluida en el Programa Médico Obligatorio (PMO). La regulación prevé que en esos casos se cobren cuotas más altas, pero en el sector advierten que no hay precios lógicos que sean suficientes para cubrir ciertas patologías. Si la entidad puede finalmente hacerse cargo de esa prestación, el mayor gasto se verá al fin y al cabo trasladado a las cuotas de quienes ya estaban en el sistema. «Hay tratamientos de $ 150.000 por mes y no hay cuota para cubrir eso», ejemplifica Marcelo Mastrángelo, directivo del Hospital Alemán.
Ese y otros aspectos llevan a que se anticipe una posible concentración del negocio en menos entidades. No son pocas las hoy existentes: el nuevo registro que lleva la Superintendencia de Servicios de Salud, y que aún está abierto, ya cuenta con 650 entidades inscriptas, que tienen más de seis millones de beneficiarios.
«Al favorecer la incorporación de los enfermos y la salida de los sanos, la ley afecta a todas las entidades, grandes o pequeñas», evalúa Darío Durand, secretario de la Cámara de Entidades de Medicina Prepaga (Cempra). Aun así, el directivo cree que la concentración es esperable por el menor respaldo financiero de los jugadores más chicos.
Pero que algunas entidades pongan su cartel de venta no quiere decir que haya interés por comprarlas. De hecho, en muchos casos ya se sabe que no lo habrá. Según Durand, el problema es que muchas entidades -mutuales y cooperativas del interior, por ejemplo- venden planes ajustados a un modelo de negocios que no es trasladable a las grandes compañías, sobre todo por los precios relativamente bajos de los planes que no contemplan dar el PMO completo. Sobre este tema, la ley habilita la venta de contratos de cobertura parcial solamente a entidades que actúen en una única localidad y que no tengan más de 5000 beneficiarios.
Todos afectados
Claudio Belocopitt, presidente de Swiss Medical, sostiene que hoy existe una gran incógnita en el sector, que sólo se resolvería si la ley fuera acompañada por una política integral de salud, en la que el Estado se asuma como principal responsable de garantizar la atención sanitaria para todos. La situación actual, afirma, no permite aún pensar qué pasará con el mapa del negocio. «Es un concepto básico del seguro que quien tiene más volumen diversifica el riesgo, y es lógico que las entidades más chicas estén más atadas al riesgo, pero también es una idiotez pensar que las grandes empresas van a resistir las incongruencias que deja la ley», afirma.
Para el directivo, la actividad está afectada desde hace años por varios factores, como la incorporación por ley de nuevas coberturas obligatorias sin la contrapartida del financiamiento para cubrirlas; las órdenes judiciales que van más allá de esas exigencias legales y la regulación de precios.
http://youtu.be/RAj38o1IYhg
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